viernes, febrero 23, 2007


El piloto en su universo
Coqui Santaliz / Especial para El Nuevo Día
Dentro de sí hay un firmamento. Una galaxia en la que los sentimientos son notas musicales y los objetos se conectan de mil formas insólitas para crear realidades nuevas y útiles.

No le gusta que lo sellen. Que le endilguen patrones de condiciones. Odia profundamente los prejuicios. Conoce sus límites, pero los reta. Es brillante. Demasiado creativo. Demasiado, sólo porque no se detiene. Siente esos límites cuando el mundo se los impone. Grita las injusticias.

Tampoco teme hablar de autismo: “La audacia debería ser la clave para preservar tu personalidad. ¿Cuánto vale medirse la decencia, para que logres obtener al mundo? Quiero dejarle al mundo mi gran corazón. El autismo ha sido una gran bendición por todo lo que puedo hacer. Porque mis talentos son para la gente. Pero es trágico, porque se concentran en lo que hago diferente y no en mis objetivos. Si eres una persona distinta no te aceptan. Por ejemplo, no tengo carro, no puedo guiar porque mi vista es corta. La gente tiene ideas preconcebidas de las personas con límites. Se les escapa la belleza y muchas cosas. Las ponen a todas iguales. Y no se dan cuenta que los supuestos normales están llenos de límites. Por amargarse en la apariencia y tener un corazón moribundo”.

Así vive Ángel Antonio Pérez. Con una urgencia apagafuegos. Literalmente escribiendo la música de sus misterios. Compone música clásica y semiclásica, toca varios instrumentos, es poeta, inventor, canta… A través de su música logramos una compenetración más alta que con las palabras.

Escuchamos una maravillosa composición que escribió a pedido de una mujer que tuvo cáncer y cuando se sanó le dijo que quería dar una fiesta de celebración y necesitaba la música de su calvario, de sus procesos y de la fiesta que daría para compartir el júbilo de la sanación. ¡Para que fue eso! No descansó hasta escribir “Muerte y resurrección”. No era lo mismo que cuando le solicitaban un vals para una boda (ha compuesto dos valses) o un tango. Esa composición hermosísima fue, como decimos en el campo, ‘maíz pa’ el pollito’. La música es la aventura para la ebullición de sus emociones. “Primero siento las emociones y luego sale la música”.

En sus tempranos 30 años, que duda cabe, no vive ajeno a los propósitos del tiempo. Al contrario, se adelanta continuamente. A veces se cree viejo. Está en una carrera. La que ejecuta por las mañanas y en maratones corriendo hasta cuatro horas sin parar y la de hacer y hacer para dejar un legado. Por qué vas tan rápido, cuál es la prisa, Ángel.

“Tengo que dejar un legado para el día en que deje de existir”. Por eso él sabe que la composición de vida para su amiga es un legado a él mismo. Y que no ha llegado a la resurrección porque su condición lo batea constantemente a dimensiones que los demás no pueden comprender. Por eso hay que correr. Correr hasta lo inagotable.

“Algunos están un siglo atrasado. Quizás estoy un siglo adelantado. Nosotros de nacer hasta morir, diferentes llegamos a crecer; incluso en todo diario vivir, no dejes a la palabra caer”.

Sorprendió tempranamente. El mismo se sorprende de lo que dice y hace. Cuenta su madre que un día escuchó una música tan sublime que la hacía temblar de emoción y era el niño tocando el piano por primera vez, sorprendentemente. Los versos del “corazón moribundo” forman parte de un extenso poema de una obra musical magistral que tituló “Un símbolo pionero”, cuya música lo pone a llorar cuando la toca y la poesía le agita los luceros. Su poesía, a fin de que le asista en su cobija, es dramática. Hay versos que nunca se olvidan.

Sus manos se repiten en sus historias. Las mueve y también las mira y las toca suavemente. Son muy bonitas como manos de inventor que a su vez son manos de pianista. Tiene ojos almendrados que pasan rápidamente de la picardía a la tristeza.

Pero su alegría se manifiesta cuando genialmente construye e inventa. Inventa por arte y por utilidad. Desde muy niño posee un apetito voraz por las computadoras. Estudió y tiene el diploma de delineante de planos en computadora. Diseña y programa juegos con sonido y se inventa teclados codificados especialmente para motivos superiores.

Hizo una serie galáctica con un personaje que se parece a Batman. El quema, tiltea, le mete la información e inventa sonidos con su propia voz y otros con diferentes teclados. Diseña teclados con objetivos inexplicables. Y ya va escribiendo la mitad de su autobiografía.

En estos días anda haciendo el piloto para Green Phantom. Su alter ego. Su Hulk para ser nosotros ganándole al mundo. Desde niño aprendió a duplicar y ahora quiere duplicarlo a la realidad actual.

Lee y lee de autos. Los adora y también a la velocidad, porque él es velocidad inentendible. En español, inglés o francés. Ordena y compra el material plástico fenolítico, hace el diseño, lo dibuja y por detrás le echa el químico, le pone capas finas de cobre y agujitas conductoras. Y todo porque también está obsesionado con construir una calculadora nueva que pueda bloquear las señales de fuentes electrónicas. Entonces se le ocurre otra manera mejor para hacer un teclado por nuevos chips que encuentra en Internet.

La tecnología electrónica, la cual conoce como si la hubiera parido, sencillamente lo apasiona. Su habitación es un mundo organizado electrónicamente. Tiene relaciones con compañías electrónicas, las cuales consigue por Internet y, éstas le mandan los catálogos y las preguntas a su ingenio y él da las respuestas en ese cuestionarse ilimitado. Planificó e hizo en computadora un perfecto automóvil, muy diferente y novel.

De niñito cortaba carritos en cartón, los montaba, los espacharraba y construía las partes hasta el motor, para que luego se convirtieran en símbolos de carreras muy atadas a su vida.

Uno de los inventos que más ama es un órgano en madera de un acordeón (instrumento que toca maravillosamente), con la idea de que quedara a un nivel semejante a un piano. Su madre quería botar al viejo acordeón porque el fuelle estaba roto y él, por Internet, consiguió a un hombre en Pennsylvania que tenía un acordeón roto, pero con el fuelle en buenas condiciones. Y aquél le mandó el acordeón. Un amigo le facilitó otro acordeón más pequeño y así pudo construir el órgano.

Asimismo nos mostró un abanico que hizo de latas de salchichas, ganchos de ropa, latas de galletas, un botón y piezas de un VCR.

Tomó un curso de navegación para ayudar a sus padres que navegan los fines de semana desde Fajardo. Narra su padre que es un gran capitán, navegante y sus ojos para llevarlos a donde deseen.

Para el mar se hizo piloto, obtuvo la licencia de navegar y domina a la perfección el GPS, que es la tarjeta de la carta náutica computarizada que traza las rutas e información de los países del área. Ser piloto de navegación es su gran orgullo actual ya que no pudo obtener la licencia de conducir autos.

Otro de sus oficios cuyo placer lo motiva son trajes de baño que diseña y confecciona para atletas de ambos sexos movido hacia la liviandad y la comodidad. Sus múltiples e inmensos talentos creativos le satisfacen y lo mantienen continuamente pensando en sus detalles. Y en futuros diseños.

Es muy funcional y disciplinado y lleva una vida normal con su familia y amigos. Pese a que sufre por no tener un trabajo para ganarse el sustento, ser su propia fuente económica y no tener que depender de su familia.

Pero, ciertamente, existe la soledad. Soledad de códigos. Soledad. Quisiera casarse y tener una familia. Recientemente, nos cuenta su padre, que conoció a tres chicas adolescentes que le dicen Tío Yiyo y que él siente son sus sobrinas. Alguien a quien cuidar, enseñar y guiar. Sensación de pertenecer. Sensación del rol en su lugar.

Ángel, qué es lo que más te duele. “Me duele que no quiero cambiar. Quiero que me acepten tal cual soy. Por suerte la música es la paz. Es la mejor arma de paz. ¿Cuánta gente podría exteriorizar sus emociones a través de la música? Soy lento para escribir canciones, pero las tengo que dejar para los otros”.

¿Qué es lo que te mueve hacia los otros? “Siento un calor en las manos. Un orgullo de ayudarlos. No sé como decirlo en palabras, pero por eso no puedo cambiar”.

Y por qué me dijiste que podías ser un ángel. ¿Es que no eres de este mundo? ¿Es que hay algo híbrido? ¿A qué viniste? “Mis rituales para rezar son secretos. Existe más de un cuerpo espiritual. Es más profundo de lo que ven”.

¿Cómo resumo a tu ser? “Soy un weapon.” Se ríe. “Un weapon de esperanza. Un weapon de amor”.

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